El vestíbulo dantesco y el liberalismo católico

Este artículo fue escrito por el estudiante católico Michael Hellmann, de 13 años. Michael es un ávido lector que busca expresar sus pensamientos por escrito.

Detalle de Dante y Virgilio en el Vestíbulo de Priamo della Quercia.

Detalle de Dante y Virgilio en el Vestíbulo de Priamo della Quercia.

La tibieza y la neutralidad moral absoluta se consideraban nocivas en la doctrina católica medieval. Veamos, por ejemplo, cómo Dante Alighieri, en su obra «La Divina Comedia», retrata a los individuos que, en vida, prescindieron de la opción de promover el Bien.

En el tercer canto del Infierno, el poeta describe la llegada del «viajero» (el propio Dante) al llamado «vestíbulo del infierno», o «ante-inferno». El vestíbulo estaría destinado a las almas de aquellos desgraciados que, por cobardía, miedo o mera tibieza moral, se han abstenido de hacer tanto el bien como el mal, que han omitido cualquier deber con la vida. En efecto, Dante aborrece tanto al hombre tibio, que lo coloca en el vestíbulo del infierno, pues el execrante es tan nauseabundo que no es benigno ni del laurel celestial en el Paraíso, ni de la eterna condenación en la Gehena. En el vestíbulo, las almas emiten terribles rugidos y gritos, picando y pululando avispas y moscas, que derraman la sangre de sus rostros, que gotea al suelo mezclada con sus lágrimas en un mar de lamentos. En el vestíbulo estarían los ángeles que permanecieron ecuánimes en la disputa entre Dios y Lucifer, junto a todas las almas que permanecieron moralmente neutrales durante sus vidas – entre ellas, Dante inserta al Papa Celestino V.

Hay que entender que, en la época en la que el poeta escribió El Infierno, el Papa Celestino V aún no había sido canonizado; y Europa vivía tiempos agitados, en los que las noticias provenían de informes segmentados o de rumores, en lugar de estar genuinamente respaldadas por hechos no confusos. Florencia, su ciudad natal, estaba políticamente desintegrada.

Dante nació durante el gran prélio político de los gibelinos y los güelfos en Europa. Los gibelinos querían menos injerencia política del Papa, y los monarcas católicos querían más libertad frente a la autoridad del Santo Padre sobre sus gobiernos. Los guelfos, por su parte, defendían la supremacía del poder papal como equilibrio moral y cristiano sobre los reinos e imperios católicos. Dante nació en el seno de una familia güelfa y amaba a su Iglesia; lucharía para que la confluencia de los monarcas y la Iglesia se afianzara.

Posiblemente, el poeta inserta al Papa Celestino V en el antejuego porque renunció al papado cinco meses después de su elección. Su dimisión, probablemente, se debió a la presión política de ambos partidos, así como a su avanzada edad y a su débil salud. Dante consideró este acto un gran error moral, especialmente para un líder católico: abstenerse de promover el Bien Común, en particular, para armonizar el conflicto político en Europa.

«Dios es el Bien supremo de todas las criaturas. Todos fueron creados para Él, y deben volver a su Creador a través de sus actos. […] Para alcanzar la vida eterna es necesario que el hombre pase por esta vida en la tierra, en la que no está solo. Vive en sociedad y debe preservar en ella el bien común de todos sus miembros». (1)

Una segunda razón para incluir al Papa Celestino V en el ante-infierno fue que, al renunciar a su cargo, su sucesor, Bonifacio VIII, tomó decisiones políticas que resultaron en el doloroso exilio de Dante. El poeta incluye al Papa Celestino V como una monita para todos nosotros: nadie está exento de la justicia divina si permanece en un estado de exuberante neutralidad o se abstiene de promover el bien común.(2)

Si Dante revisara hoy estos versos, ¿a quién más incluiría en la antesala del infierno? Los católicos liberales, con su extrema neutralidad, son los principales candidatos al vestíbulo dantesco. Toda la tibieza y la falsa neutralidad descritas por el autor reflejan el duramen del llamado «liberalismo católico», una doctrina morbosa formulada por primera vez por el padre Félicité Robert de Lamennais. Según el padre Augustin Roussel, los católicos liberales no son realmente católicos, ni liberales; son pacifistas en extremo; se acomodan a las némesis de la Iglesia, permaneciendo pusilánimemente neutrales en lugar de defenderla. No son herejes, pues no niegan renitentemente ninguna verdad de la fe integral y católica, pero su implacable amor por la independencia, la innovación y el «progreso» de la sociedad, les lleva a «moldear» los dogmas de la religión, describiéndolos siempre de forma ambigua, dejando lugar a múltiples interpretaciones, con el designio final de adaptarlos a la época moderna.

Todos los hechos expuestos nos hacen reflexionar: ¿también nosotros, en nuestras vidas, dejamos de promover el bien común de forma culpable? ¿No renunciamos, por autocomplacencia o cobardía, a los dones que Dios nos ha dado, como la inteligencia y el discernimiento, para actuar con prudencia y alcanzar este fin?


Notas finales:

(1) http://permanencia.org.br/drupal/node/6215
(2) Celestino pronto se dio cuenta de que no era libre en el ejercicio de su Ministerio, a causa de los que en la Curia esperaban beneficiarse de su poca experiencia de gobierno. […] «Yo, el Papa Celestino V, impulsado por motivos legítimos, por la humildad y debilidad de mi cuerpo y por la maldad de la plebe, y para volver a la tranquilidad perdida, libre y espontáneamente renuncio al Pontificado, como así como el trono, a la dignidad, honores y cargas que conlleva». Con estas palabras, el 13 de diciembre de 1294, Celestino se despojó de sus vestiduras sagradas y se vistió con la falda vieja”. https://www.vaticannews.va/pt/santo-do-dia/05/19/s–pedro-celestino-v–papa–pietro-del-murrone-.html

Artículo publicado originalmente en: https://vias-classicas.com/michaelhellmann/o-vestibulo-dantesco-e-o-liberalismo-catolico/

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