“Santo Tomás de Aquino” – Reseña de Michael Hellmann (12 años)

Michael escribiendo la reseña

Caballero Comandante del Imperio Británico, Gilbert Keith Chesterton fue un escritor católico inglés, cuentista, poeta, periodista, dramaturgo, conferenciante, filósofo, apologista, teólogo laico y biógrafo. Procedente del anglicanismo, fue conducido por la Providencia al catolicismo.

Un tiempo después de publicar un libro sobre San Francisco de Asís, emprendió la redacción de un libro similar sobre Santo Tomás de Aquino. Pero Chesterton comprobó que si es fácil esbozar la vida y la obra del primero, sobre el segundo sólo es posible trazar un mero esbozo, pues la poesía del Poverello es más cognoscible que la filosofía del Doctor Communis, qué se dirá de su Teología.

Al principio del libro, el autor compara a los dos frailes:

Chesterton describe a San Francisco como «un hombrecillo esbelto y vivaz, delgado como una cuerda y vibrante como un arco». Santo Tomás, en cambio, lo caracteriza como «un hombre enorme como un toro, gordo, lento y tranquilo; manso y magnánimo, pero poco sociable». San Francisco era muy alegre en sus poemas y algo turbio en sus documentos. El Doctor Universalis, por su parte, se dedicó a documentar sistemas completos de literatura pagana y cristiana, pero sólo escribió esporádicamente algún himno. San Francisco de Asís abrió su corazón a los mahometanos para persuadirles de que no adorasen a Mahound, mientras que Santo Tomás se dedicó a analizar toda sutil distinción entre el Absoluto y el Accidente sólo para que no malinterpretasen a Aristóteles. San Francisco era hijo de un propietario de un emporio de clase media. Santo Tomás era un noble de una familia importante. A pesar de las muchas diferencias, como en la comparación entre los vivos y los muertos, los ricos y los pobres, los gordos y los flacos, Ptolomeo y Copérnico, Heitor y Alejandro, San Jorge y el dragón, el autor afirma que ambos tenían la misma tarea: traer a Dios de vuelta a la tierra.

Santo Tomás nació de sangre imperial, pues era primo del emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Por derecho hereditario, tendría en usufructo la mitad de los reinados de Europa, si no se hubiera apartado de ella. Debido a su carácter monástico, su familia estaba dispuesta a enviarlo al claustro. Sin embargo, Santo Tomás ingresó en la Orden de los Dominicos, lo que provocó un gran revuelo entre sus familiares, que formaban parte de la principal clase dirigente de Europa; le arrancaron la túnica de fraile y lo encerraron en una torre, llegando a pedir al Papa que impugnara al joven fraile. A pesar de la constancia de su parentela, el Doctor Angelicus se mantuvo firme en su decisión, que superó la obstinación de sus familiares.

Son pocos los milagros que se conocen de Santo Tomás; está la curación de una mujer que tocó su túnica, y una aparición de Cristo Crucificado que le dijo: «Tomás, has escrito bien sobre el sacramento de mi cuerpo». En 1274, a la edad de 49 años, Santo Tomás murió en un viaje a Lyon, tras ser convocado por el Papa.

El Ángel de las Escuelas siempre estuvo dispuesto a gratificar a San Agustín y a Aristóteles por sus vidas de escrutinio filosófico. Sin embargo, su investigación dio un paso más allá de los agustinos y los aristotélicos. En la isagogía de la Iglesia católica, los Santos Padres de los primeros siglos eran descaradamente platónicos. Las elucubraciones sobre el Logos, la Sapiencia y el Mundo de las Ideas eran habituales. Santo Tomás, sin embargo, unió el aristotelismo con el catolicismo. El aristotelismo del Doctor Communis se basaba básicamente en este silogismo:

1. La fe es la verdad última.
2. La verdad no puede contradecirse a sí misma, de lo contrario no sería verdad.
3. Por lo tanto, la Fe no puede contrastar con la Ciencia, porque ambas están en el campo de la Verdad.

El autor juzga que, si bien Santo Tomás armonizó a Aristóteles con el catolicismo romano, el Estagirita no pudo hacer lo mismo con el Doctor Angelicus, por tres razones: Primero, porque sólo su colosal y masiva ortodoxia podía soportar cosas tan aparentemente heterodoxas. En segundo lugar, porque en la filosofía tomista todo dependía de la motivación cristiana para el estudio de los hechos a diferencia del de las verdades. En tercer lugar, porque en la teología del Doctor Universalis había una nueva razón para ponderar los sentidos, ya que Dios mismo se hizo carne. En otras palabras, Santo Tomás podía tomar lo que había de bueno de Aristóteles y convertirlo en cristiano, pero Aristóteles no podía tomar lo que había de bueno de Santo Tomás y convertirlo en pagano.

En el último capítulo, Chesterton compara la filosofía tomista con la «filosofía» moderna. El autor concatena al Ángel de las Escuelas con Martín Lutero, el fundador del mundo moderno. Santo Tomás englobaba tanto el intelecto como la realidad, mientras que Lutero, sustituía la razón por la sugestión. El hombre ya no podía confiar en su inteligencia, el ingenio era inútil. El hombre era tan pétreo como Adamastor.

Reseña  del libro: CHESTERTON, G.K. Santo Tomás de Aquino: uma biografia filosófica. Dois Irmãos: Minha Biblioteca Católica, 2020.

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